El desarrollo de la sociedad tiene mucho que agradecer a las búsquedas de Google y también a la distribución long tail de Amazon.
Pero, siendo sensatos y realistas, equivocan el tiro cuando se salen de lo que conocen bien, y se dedican a inventar juguetes para niños grandes.
Amazon y los drones carteros:
Que la tecnología pueda permitir enviar pequeñas cargas volando en un aparato programado para ello, no significa que no vayan a encontrar otro tipo de problemas. Se piensan que el espacio aéreo que hay sobre nuestras cabezas está libre y a su completa disposición y que pueden mandar cacharros voladores a donde quieran y en el momento que quieran. ¡Con la regulación aeronáutica y la seguridad aérea hemos topado!
¿Habrá mapas aéreos tan detallados que reflejen los árboles, los postes y los cables, para que no se choquen con ellos unos drones guiados por GPS?
Si ya resulta difícil que un mensajero te encuentre en casa a la primera, cuando te trae un pedido; para que te llegue por dron, ¿Tendrás que dejar todo el día abierta la ventana y poner en ella una baliza de radio frecuencia?
Google y el coche autónomo:
El único sentido que tiene un coche es llevar gente. Y a buena parte de la gente que lleva dentro, le gusta conducir. Cuando los coches llevan poca gente, causan problemas (atascos de tráfico, problemas de aparcamiento, contaminación del aire …); y si no llevan a nadie, causarán muchos más.
Por eso, empeñarse en desarrollar un coche sin conductor es una pérdida de tiempo, si no resulta contraproducente.
¿En qué emplear mejor los esfuerzos?
En vez de intentar obtener beneficios explotando una hipotética flota de drones carteros, o de robo-taxis, sería mucho mejor para la humanidad que empresas como Amazon o Google fomentaran la mayor eficiencia de la economía colaborativa, y que dedicaran la inteligencia y los esfuerzos de sus brillantes ingenieros a encontrar la forma de facilitar a la gente que ahorremos dinero, contaminemos menos y dejemos de provocar atascos de tráfico, agotamiento de los recursos naturales y cambio climático.
Deberían ayudarnos a que llevemos más llenos nuestros coches particulares cuando nos movemos por las ciudades.
En vez de pagar cada uno la carrera de un robo-taxi, es mucho mejor que uno de los ocupantes del coche siga siendo su orgulloso dueño, mientras comparte los gastos del viaje con otros vecinos y compañeros, a los que lleva en sus asientos libres mientras va de camino al trabajo, ya que no le importa conducir.